¡Era mi momento y no el tuyo!
Te encontré en un punto de mi vida en el que yo ya sabía exactamente lo que quería y tu aún simplemente no te habías ni encontrado a ti mismo, dolía verte día tras día sin poder expresar aquello que sentía, sin poder decirte que yo había encontrado aquello que tú estabas buscando en ti mismo, me dolía saber que había pasado tanto tiempo sin estar ilusionada con alguien y cuando más lo estoy no me era correspondido. Simplemente dolía pensarte, pensarnos, pensarme. Era un dolor al que no estaba acostumbrada, pero me acostumbré rápidamente e incluso me hice adicta a él no pasaba ni un día en el que no me preguntara quizás hoy, hasta que comprendí a base de noches en vela, lágrimas, enfados, sueños, largas charlas… que yo no podía obligarte a estar en mi tiempo, comprendí que cada persona tiene su propio ritmo, que no podía forzar nada y mucho menos podía estar destruyéndome psicológicamente esperando algo que estaba totalmente fuera de mi alcance, tardé en aceptarlo y en hacerme a la idea de que había encontrado a mi persona pero que él no había encontrado a la suya. Ahí fue cuando acepte que quizás había llegado muy tarde, demasiado pronto o que simplemente me había equivocado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario